Blanco y Negro

Blanco y Negro
Juntos... un huracán...

jueves, febrero 20, 2014

SILENCIO

Octubre del 2011

Silencio.
Casi una y media de la madrugada de un día más. Las últimas noticias dicen que ........ silencio.
No tengo idea de qué dicen las últimas ni las penúltimas. Cuando comienza el informativo corro a cambiar de canal, si la televisión está prendida. Si es la radio, pongo un disco que me cante, aunque sea una cumbia villera. Mentira. Preferiría apagarla o quizás hasta escuchar el informativo. Pero no permito que eso suceda.
Mañana tengo un día agitado pero sin levantarme temprano. Prefiero apretar la agenda antes que tener que madrugar.
Prendo un cigarrillo detrás del otro, automáticamente. Pienso y vuelvo a pensar si tendré que hacer una evaluación de éste último año, ya que no la hago hace tantísimo. Pero es como la visita al médico, en cinco o seis años haré una evaluación más completa, me miento.
Silencio.
No se escuchan los niños. Trato de concentrarme en mi respiración pero en lo único que logro concentrarme es en el ruido del teclado.

Febrero del 2014

Silencio.
Casi las doce y media de la madrugada de un veinte de febrero. Las últimas noticias siguen diciendo.... silencio. No sé, sigo sin verlas ni escucharlas. No existe informativo, ni televisión que logre sacarme del bendito silencio. Mañana tengo un día agitado, mis días, tres años después siguen siendo agitados, por suerte, o no. Vuelvo a apretar la agenda, eso sigue intacto, con tal de no madrugar. Ya no prendo un cigarrillo, casi nunca. Solo en los momentos en que me gana la ansiedad o la angustia, o la tristeza.
Decidí no hacer evaluaciones de nada.
Silencio.
Los niños de mi niña duermen. Me concentro pensando en que en poco tiempo más... poco quiere decir un par de años, mas o menos, me voy a un lugar más tranquilo, con silencio.
No quiero escuchar ni el teclado. Necesito escucharme sólo a mi, sólo a él. Nosotros dos, solos con nosotros mismos.


miércoles, febrero 19, 2014

TORMENTA

Salgo. El cielo parece que fuera a descolgarse en cualquier momento. No tengo ganas de volver, necesito respirar aire y mis esperanzas son llegar a la rambla antes de que comience a llover. Aunque tuviera que volver ensopada, lograr dar unas buenas bocanadas de aire más puro del que me rodea, normalmente, valdrá la pena. Oxigenará mi cerebro para tener más claridad y, así, poder tomar las decisiones óptimas.
Cuando era muy joven soñaba con algo parecido a lo que vivo, ya no me atrevo a soñar demasiado porque quizás esa fue la razón de que el tiempo se me pasara tan rápido.
Estoy a mitad de camino y siento cómo va llegando el olor a tormenta.                La gente camina rápido, y los autos también apuran su marcha como si quienes van dentro corrieran el mínimo riesgo de mojarse. Nadie respeta nada. Yo no respeto los semáforos. De todas formas, en cada bocacalle que he cruzado, tuve que esperar el cortejo de decenas de autos que se molestan unos a otros tratando de salir de una emboscada para llegar a otra, lo más rápido posible.
Las primeras gotas de lluvia me salpican justo antes de cruzar la rambla hacia el río mar. Un viento se anuncia con la brisa que crece rápidamente. El cielo se ennegrece más desde el horizonte y se comienza a ver las gotas chapoteando sobre las rocas.
Como hormigas suben las escaleras de la Ramirez cientos de personas que disfrutaban de un día de sol, los niños se arremolinan alrededor de los adultos, tratando de corretear un poco más sobre la arena blanda. El agua está creciendo en un juego implacable contra los que descansaban sentados o tirados cerca de la orilla. Levantan corriendo sus ropas semimojadas esperando un milagro de sol que las seque y los deje volver dignamente vestidos a sus casas.

Mientras miro el cuadro como que si estuviera absolutamente fuera, respiro hondo todo lo que puedo. Ya es hora de retornar a mi pantalla blanca. El final de un capítulo espera ser escrito y la visión casi apocalíptica de una tormenta llegando me da la absoluta seguridad de que he conseguido ver un poco más del comportamiento de los montevideanos que me rodean.