Vivo en la casa donde antes había vivido el leopardo Hernán que hablaba como un perro. Lo mataron trece metaleros una noche de tormenta invernal cuando tenía ocho años. Pasé años viviendo en ésta casa sin sospecharlo siquiera. Después de un día para el otro, aparecío un grafitti en letras plateadas: “Hernán” y así quedó el epitafio. Aunque muchas veces pensé en lijar y pintar la puerta para hacer desaparecer el famoso graffiti, nunca puse manos a la obra. Ahora que conozco la historia, me parece un poco falta de respeto borrar su nombre que ya lleva en mi puerta más que sus escasos ocho años vividos. Claro, que escasos si hablamos de años de vida, pero para mantener un graffiti plateado en mi puerta es demasiado. Justamente estoy pensando y tratando de tomar una determinación al respecto.
Pero existen muchas más implicaciones. Cuando doy mi dirección explico que la puerta que van a tener que golpear con la mano abierta, es una que tiene un graffiti plateado que dice Hernán. Ya se me plantean dos nuevos problemas: por un lado decidir cómo hacer que reconozcan la puerta de mi casa, y por otro lado recordar que el graffiti ya no existe.
También es importante tener en cuenta que el timbre no funciona hace años. Al principio recuerdo que funcionó durante algún período, pero sonaba cuando quería. Entonces bajé la llave e institucionalicé los golpes con mano abierta y fuertes. Eso porque por un lado la puerta es muy gruesa y por otro desde arriba con ruido no se escuchan los golpes dados con nudillos.
No esperen que alguien pregunte a través de la puerta, o simplemente que ésta se abra. Seguramente se escuchará desde el balcón una voz potente preguntando ¿quién? Si no reconoce la cabeza del o los que llegan. Si hay suficiente confianza se grita ¡va! Y caen las llaves para que sea el recién llegado quien traspase el umbral sin recibimiento donde el protocolo lo aconsejaría.
Conviene, si la luz de la escalera no está prendida, encender la llave. Esto por la cantidad de obstáculos que se deben sortear hasta llegar al espacio donde alguien, no importa bien si es un habitante u otro visitante dé la bienvenida al recién llegado.
Siempre; aunque muchas veces no sucede así por mil motivos como pueden ser: mucho que estudiar, mucho trabajo, inspiración, o ganas de estar solo nomás; tenemos el lema de recibir a quienes lleguen hasta nuestra casa, con la mejor disposición. Pero si no es así, traten de comprendernos. Somos seres humanos que vivimos como todos rodeados de cosas que hacer y escribir, jugar y/o pensar. De todas formas siéntanse bienvenidos. Estamos felices que nos recuerden y vengan por aquí con cualquier excusa.