Blanco y Negro

Blanco y Negro
Juntos... un huracán...

lunes, octubre 16, 2006

VEO, ESCUCHO, SIENTO...

Veo que se pasan los segundos, minutos, horas y días. Todo sigue en la misma quietud. Nada en absoluto cambia y si lo hace no logro distinguirlo. Quizá sea mi desesperación por el cambio instantáneo... quizá sea que realmente no existe ese cambio.
Escucho decir muchas cosas. Te escucho, leo, imagino... Te escucho decir lo que quiero que digas... lo demás lo borro. Lo elimino. No existe.
Siento, a veces que entre nosotros hay una comunicación única, telepática.. increíble, más fuerte que cualquier otra cosa. Otras te veo tan distante que parece que una pared de hielo se instalara entre nosotros y ya no pudieramos siquiera saber que el otro existe al otro lado.
No sé por que... pero siento... lo siento....

NO SOLO SILENCIO..

No es lindo éste silencio?
Silencio sin silencio
escucho las gotas de lluvia
enfurecidas contra los vidrios
de la claraboya
Los truenos también hacen lo suyo
Y
de vez en cuando
los dedos de mi hijo
el más pequeño,
golpean furiosamente
el teclado del ordenador
En éste momento de silencio...
te veo
Estás ahí, del otro lado
donde mi mano
aunque me estire
no te alcanza
Ese debe ser el secreto
de que te vea
de que estés ahí.

lunes, octubre 02, 2006

CASI LUNES

Son las tres de la mañana. No quiero acostarme sin hacer mil cosas pendientes.
Lo fundamental está hecho.
El niño hace horas que duerme. Creo que el trabajo está en órden......
Pero siempre quedan cosas sin resolver. Y se me ocurre, después de todo, que no me dormiré si no logro publicar una entrada hoy. Y tengo un repartido de estudio pendiente que tendré que leer hoy mismo...
¿qué significa hoy, cuando he pasado la medianoche?
Los puchos se acumulan en el cenicero, la segunda cerveza abierta se calienta mientras pienso.
Pero la vida me regaló unos minutos conmigo misma. Una llamada de mi mejor amigo...
charlas virtuales con otros... y me siento nueva!!
Estoy sola, frente a la pantalla y tengo la necesidad inmediata de comunicarles que los quiero, y que aquí estoy para ustedes... aunque ya lo saben y no necesitan que lo diga.

INVITACIÓN

Vivo en la casa donde antes había vivido el leopardo Hernán que hablaba como un perro. Lo mataron trece metaleros una noche de tormenta invernal cuando tenía ocho años. Pasé años viviendo en ésta casa sin sospecharlo siquiera. Después de un día para el otro, aparecío un grafitti en letras plateadas: “Hernán” y así quedó el epitafio. Aunque muchas veces pensé en lijar y pintar la puerta para hacer desaparecer el famoso graffiti, nunca puse manos a la obra. Ahora que conozco la historia, me parece un poco falta de respeto borrar su nombre que ya lleva en mi puerta más que sus escasos ocho años vividos. Claro, que escasos si hablamos de años de vida, pero para mantener un graffiti plateado en mi puerta es demasiado. Justamente estoy pensando y tratando de tomar una determinación al respecto.
Pero existen muchas más implicaciones. Cuando doy mi dirección explico que la puerta que van a tener que golpear con la mano abierta, es una que tiene un graffiti plateado que dice Hernán. Ya se me plantean dos nuevos problemas: por un lado decidir cómo hacer que reconozcan la puerta de mi casa, y por otro lado recordar que el graffiti ya no existe.
También es importante tener en cuenta que el timbre no funciona hace años. Al principio recuerdo que funcionó durante algún período, pero sonaba cuando quería. Entonces bajé la llave e institucionalicé los golpes con mano abierta y fuertes. Eso porque por un lado la puerta es muy gruesa y por otro desde arriba con ruido no se escuchan los golpes dados con nudillos.
No esperen que alguien pregunte a través de la puerta, o simplemente que ésta se abra. Seguramente se escuchará desde el balcón una voz potente preguntando ¿quién? Si no reconoce la cabeza del o los que llegan. Si hay suficiente confianza se grita ¡va! Y caen las llaves para que sea el recién llegado quien traspase el umbral sin recibimiento donde el protocolo lo aconsejaría.
Conviene, si la luz de la escalera no está prendida, encender la llave. Esto por la cantidad de obstáculos que se deben sortear hasta llegar al espacio donde alguien, no importa bien si es un habitante u otro visitante dé la bienvenida al recién llegado.
Siempre; aunque muchas veces no sucede así por mil motivos como pueden ser: mucho que estudiar, mucho trabajo, inspiración, o ganas de estar solo nomás; tenemos el lema de recibir a quienes lleguen hasta nuestra casa, con la mejor disposición. Pero si no es así, traten de comprendernos. Somos seres humanos que vivimos como todos rodeados de cosas que hacer y escribir, jugar y/o pensar. De todas formas siéntanse bienvenidos. Estamos felices que nos recuerden y vengan por aquí con cualquier excusa.

viernes, septiembre 29, 2006

PERDIDOS...EL REGRESO

l) Llegué sin saber bien
hacia dónde me dirigía
cuando alguien rompió
mi silencio
me dí cuenta que
no quiero estar acá
Pero ya no tengo vuelta atrás
tendré que esperar la hora
que me separa
de la huída.

2) Las luces se confunden
hay un espacio ´
ahí
donde no llego
en el que luces y sombras
se acercan
y casi hasta se confunden
pero las luces
son siempre más fuertes.

domingo, septiembre 24, 2006

Domingo

Hoy es domingo... pasé el día entero trabajando para trabajar menos...
O al menos eso creo, luego veremos los resultados de habernos perdido un día hermoso, de sol, sentada frente al ordenador.
De todas formas me siento bien, y es por ello que estoy acá un rato más, tratando de escribir mi estado de ánimo en éste día.
Claro que nadie de los que me rodean lo comprenden. No pueden. No podrán nunca comprender cómo puedo pasar tantas horas frente a una PC escribiendo, o conectada con gente que está a muchos quilómetros de distancia. Pero yo, no logro hacerlos entender que es mi trabajo.
Es el trabajo que quería para mí. El que busqué durante mucho tiempo.
Es el que me dará la libertad financiera sin depender de nadie más.
Eso le molesta a él. Estar perdiendo la posibilidad de mi dependencia.
Y bueno... en esas cosas se fue éste día de sol. Que ya es casi noche.
Mañana sabré si valió la pena.

jueves, agosto 17, 2006

A FRANCA...

Tenía ganas de salirme de tu piel aunque fuera solo por unos cuantos minutos. Para reconocer mi vida. Para darme cuenta de que tengo tan poco tiempo y tanto que escribir. Reviso uno a uno mis archivos y veo que hace meses que no escribo un poema. Tengo ganas pero no estoy inspirada. Necesito escribir algo en prosa y que no se trate de tu vida. Esa que me complica la mía porque pienso mucho en vos y nada en mí. Y acá te reescribo. Busco decirte algo. Algo que vos pudieras leer y que no se tratara de tu vida. Pero sólo me salen consejos.
Siento una tristeza infinita cuando nuevamente me enfrento a tus decisiones. No entiendo por qué ahora mismo no salís corriendo para reencontrarte con el amor. Porque lo importante de todo esto es que todavía existe.
Quisiera escribir cualquier cosa que me separara de vos. Pero tengo que recorrer este espacio necesario de duelo. Ese duelo del que tanto hablás. Los personajes van a ser reinventados cada vez que alguien los lea. Cada persona se los va a imaginar diferentes.
Y yo que no puedo seguir con ninguno de mis trabajos pendientes, porque vos también te metiste en mi piel y siento una infinita tristeza por todos los asuntos por resolver. Por tus muertos y los míos.
Necesito el quiebre que da el tiempo. Ese que tanta falta me hace y sin embargo pierdo continuamente, o al menos esa es la sensación que me deja cada vez que me tiro en un sillón sencillamente a divagar.
Entonces Franca, acá va mi dolor por todo lo que no hice que resolvieras y toda, sinceramente, toda la esperanza de que de alguna mágica forma te salgas del libro, tomes vida propia y te decidas a manejar tu vida solo como vos podes hacerlo, sin que yo interfiera en eso.

lunes, agosto 14, 2006

EL DÍA

El día en que mis manos
puedan decir
todo lo que mi alma siente,
ya no vas a estar ahí para escucharlo.
Porque falta mucho
porque buscan un lenguaje
que puedas comprender,
que llegue a tus oídos
como música suave,
quizás cuando lo logren
será cuando te hayas ido,
o yo,
entonces ya no importará
porque aunque lo entiendas,
ni siquiera sabrás que fuiste vos
quien provocó el milagro.

sábado, agosto 12, 2006

AYER...

Ayer, que es hoy, porque todavía estoy levantada, y no me quiero ir a dormir... me falta hacer algo.
Necesito decir que no quiero, no puedo ver a casi todos tan bajoneados... todos en una especie de nube, dónde sólo se ve lo negativo.
¿Es coincidencia que todos estén mal? ¿Será contagioso? Pero, lo extraño es que ustedes, ni siquiera se conocen... no existen posibilidades de que se conozcan. Soy yo el único nexo.
Vamos a poner las fuerzas suficientes para hacer desaparecer de nuestra vida lo que nos jode..
Dejemos las piedras donde tienen que estar. No podemos cargarlas todo el tiempo. Lo que está hecho, hecho está....
La botella de aceite se cayó y rompió, derramando todo el líquido vizcoso inmundo en el piso... pero sabés qué?
No podemos volver atrás en el tiempo. Entonces, pongamos la mejor de nuestras sonrisas y tomemos el trapo de piso, bastante detergente y lavemoslo. Después ya está. Nos olvidamos que la rompimos, porque ya no tiene solución.
La vida es corta, puta, si será corta... Vamos a disfrutarla al mango!!
Buena soy yo, con todas mis tranzas como terapeuta, pero intentenlo. Vamos a intentarlo todos.
Amigos... los quiero... y quiero verlos bien, sonriendo y haciendo sonreir.

viernes, agosto 11, 2006

AHORA SÍ

Al fin... tantas veces me pasó lo mismo....
Una vez más que tengo que recuperar nombre de usuario y contraseña de mi cuenta!!
Pero aquí estoy nuevamente. Falté mucho tiempo... si... me lo dijeron ya.
Y volví. Gracias a quienes me insistieron en que lo hiciera.
Voy a dar las explicaciones de mi ausencia...
Desde el veinticinco de junio comencé a trabajar. Es el trabajo que estaba esperando. Era lo que quería hacer con toda mi alma...
Estoy felíz. Hago lo que quiero y me gusta. Entonces también, paso muchas más horas trabajando que las que necesitaría.
Pero sepan, que sigo dispuesta a tener las largas charlas de siempre, acompañadas de grandes cantidades de mate, café o cerveza, dependiendo de la hora. Y también sepan, que están todos en mis insomnios.
Mis tiempos siguen estando cargados de amigos... por suerte...
Aunque no sea en el contacto que tanto necesitamos. Ese contacto cara a cara, que nos hace ver el brillo en los ojos del otro (ésto último es una cita de alguno de ustedes), así como cualquier mueca mostrando el sentimiento en la piel. Los abrazos apretados, están haciendo sentir un poco su falta. Ese calor que queremos recibir y dar a aquellos que queremos.
Bueno, por hoy basta de cháchara, que tengo que seguir trabajando.


viernes, junio 02, 2006

AL FIN

Al fin estoy aquí de nuevo. Tuve mil vueltas que dar hasta lograr recuperar mi contraseña.
Hasta dudo que haya sido olvido de nombre de usuario. Y al decir que había olvidado también el nombre de usuario... milagro... aca estoy de nuevo haciendo que escribo. Demasiada emoción para hacer algo un poco más en serio.
Montevideo está gris ésta mañana. Yo no. Te puedo regalar un arcoiris multicolor si querés.
Música New Age, o una ópera es lo ideal para escuchar hoy, pero a todo volúmen. Por lo que voy a tener que esperar que se levanten todos. Esto de tener los discos sin etiqueta me complica. Termino escuchando cualquier cosa. Lo que pinte... busco un disco parecido (solo exteriormente) al que quiero escuchar, y he aquí que lo que oyen mis oidos es Sabina. Pero como me gusta tanto ya no lo puedo sacar. Y bueno que cante, entonces.
Me volvió el entusiasmo y estoy trabajando bastante. Aunque con los tiempos a destiempo. Ya veremos si logramos organizar eso.

miércoles, mayo 10, 2006

HORÓSCOPO

Mi horóscopo del día de hoy debe decir:
Buen día para el trabajo intelectual. Podrá concretar lo que se proponga al respecto.
Tendrá facilidad para expresar sus ideas.
Inmejorables condiciones.

lunes, mayo 08, 2006

Buenos días

Como todos los lunes. Es la parte de la rutina que no se puede desterrar. Y cuando suena el despertador, me quedo despierta. Pero bien quieta, esperando que se arrepienta. Que se dé cuenta que es temprano todavía... pero no. Insiste. Empiezo a enterarme que el cielo está nuboso. No hace demasiado frío. La temperatura es de doce grados. Humedad..¿para qué carajo nos dicen la humedad? ¿y la temperatura? Lo mejor sería que nos dijeran que está caluroso, frio, muy frio... no sé. Vuelve a decir la hora: siete y ocho minutos.
-¡carajo! -grito casi con desesperación. Y salto de la cama.
Corro hacia la cocina donde prendo la cafetera y pongo agua a calentar para el mate. La corrida ahora es hacia el baño, abro la ducha y espero que el agua se caliente. Y otra corrida.
-Joaco, Joaco... levantate... el agua está abierta...¿qué vas a desayunar?
-Cocoa
-¿comés algo?
-no, solo cocoa.- el malhumor de mi niño me hace saber que todo está bajo control.
Mientras bebo la primera taza de café del día, bato la cocoa y caliento la leche. La cafeína no hace esperar su efecto y ya me siento despierta. Seguro que después del mediodía voy a comenzar a bostezar y desear acostarme un rato.
Ya comenzó mi día, vuelvo a mi dormitorio por ropa. Mientras que me visto me pregunto por qué habré elegido que mi niño vaya al colegio tan temprano. Pero inmediatamente me reprocho la pregunta.
Cuando termino de vestirme, él me está esperando. Pronto. Y corrida de cinco cuadras en subida para llegar a la parada donde tiene que tomar el colectivo.
Llego de vuelta, bien despierta, porque entre el café y el aire fresco de la mañana ya ni rastros del sueño que tenía al abrir por primera vez los ojos.
Ese es el momento de la decisión. Tengo que sentarme frente a la máquina a trabajar. O comenzar por ordenar la casa y trabajar más tarde. Y parece hasta estúpido que pierda tiempo en decidir esas cosas. Pero sé que un paso equivocado puede acabar con la creatividad de todo un día, o quizá más. Así que me tomo el tiempo necesario para decidirlo.
A las ocho en punto me senté frente a mi cíclope amigo y aquí sigo, entre noticias, un poco de trabajo y éstas palabras que aparecieron y me pareció bueno compartirlas.

miércoles, mayo 03, 2006

VESTIGIOS DEL MAR

VESTIGIOS DEL MAR
Llegó el otoño y a mi lado aparecen los últimos vestigios de mis vacaciones. Unos caracoles. De los que junté en mi último día en el océano. Para que me acompañaran en la odisea del invierno. Esos días en que me quedo quieta, acurrucada por el frío que llega hasta los huesos. Esos caracoles serán los que me sacudan la modorra del invierno.
Acá están, y llegó el otoño, y todavía no les preparé la bolsita en la que los iba a guardar para abrirla en algunas ocasiones nomás. Debe de ser por eso que el clima me está dando una tregua y aunque pasando la primera semana de abril, del frío ni se habla, por suerte. Pero prometo que ahora mismo, después de escribir lo que me inspiraron, voy a preparar esa suerte de hechizo que me prometí. Para regalármela, y el veintiuno de junio, día del cumpleaños de mi abuela María que de puro contra se murió en pleno verano, la voy a abrir para verlos y recordar ese día de verano en que los recogí. Y creo que la abuela María llega a mi memoria no sólo por el día del cumpleaños, que es el día más corto del año y en el que comienza el invierno. Creo que me llega a la memoria como lo hizo éste verano en mis vacaciones que fueron en la Paloma, justo en el mismo lugar donde estaba aquel día de enero en que nos llamaron para avisar que estaba internada. Y no puedo olvidar el viaje interminable desde el balneario hasta la sala del sanatorio. Donde al verla tan bien, creí que por suerte lo peor había pasado. Aunque escuché el comentario de que el período crítico demora en pasar setenta y dos horas. Y no las pasó. Y acá estoy cerrando los ojos para recordar su mirada clara. Su cara de angustia eterna. Su sonrisa triste.
¿Por qué siempre tenía ese dejo de angustia en su rostro? Nunca pude saberlo. Me desespero cuando no puedo recordar su cara. La voz muy pocas veces la vuelvo a sentir nítida en mis recuerdos. Y acá estoy yo, con mis caracoles y piedritas que al traerme la imagen de mi abuela, también me traen su olor. Ese que es el único que reconocería entre muchos, y que nunca más sentí desde que se vació su casa. Voy a tener que hacer la bolsita...
Y se me llega el invierno, el frío congeló mis huesos cuando salí hoy temprano. Me niego a estrenar el fuego en la estufa que está, no sé bien en qué rincón esperando a que me decida. El frío duele, congela las ganas, enfría los sentimientos, llego de la calle directamente hacia donde están un poco desperdigados mis vestigios de verano. Entonces me prometo “Hoy sí, antes de prender la estufa, así medio congelada y acurrucada abajo de una manta coso la bolsita.” Así por fin dejo al invierno asomarse a mi ventana. Porque nada me importa. Porque tengo el hechizo para que se dé media vuelta y vuelva sobre sus pasos. Tengo el poder de detenerlo ahí.
Y cuando entre en mi casa, cansada y agobiada del frío, brillará el sol de verano desde ese pequeño espacio que le tengo destinado. Entonces me voy a sentir refugiada de verdad, y no como ahora, que tiemblo debajo de la manta pero que no sé bien cuál es el motivo que me detiene cada vez que tomo la decisión.

martes, mayo 02, 2006

DESGANADA
Mil cosas me dan vueltas por la cabeza. Todas son importantes. Cada una de ellas reclaman su prioridad en éste día en el que me levanté sin ganas de nada. Y yo acá, decido empezar a escribir. Es una tarea que me lleva mucho tiempo y que no estaba dentro de las urgencias materiales, pero que se hace sentir como la principal emergencia. Días y días sin usar éste teclado al que me he acostumbrado a fuerza de necesidad.
Todos quienes me rodean andan con agenda llena, no los entiendo. El tiempo pasa de un compromiso al otro y se pierden el asombro del encuentro fortuito. Ese que los puede llevar a pasar los más maravillosos momentos jamás programados. Eso es lo maravilloso. Que sea fuera de programa. Pero si una hora tras otra está cargada de actividades se pierde la posibilidad de la sorpresa. Y si por alguna razón te cruzás con alguien o algo que merece más que ese instante, chau llega la angustia por el tiempo que falta para disfrutarlo.
Es por eso que cuando tengo tantas cosas que hacer termino dando vueltas y vueltas sin hacer nada, al fin. Los únicos que se empecinan en llenar mis tiempos son mis hijos. Lo logran bastante bien, y me pregunto cuándo será el momento en que logre que las páginas de mi agenda inexistente queden vacías para ser llenadas después de cada momento vivido. Y si quiero.
Hay noches en las que decido tirarme en un sillón sin hacer nada ni hablar con nadie. Yo y mi silencio, mejor dicho yo y mi mundo interior que de silencioso no tiene nada. Pero llega uno u otro, con problemas o proyectos o para charlar porque sí no más y ahí queda esperando mi necesidad de estar conmigomisma.
Ahora, sin ir más lejos, no sé cuánto tiempo me va a durar éste estar frente a una pantalla sin hacer nada más que escribir algunas palabras cuando me salen. Algo va a romper esa magia.
Y pueden pasar varias cosas según mi estado de ánimo, puedo gritar o abandonar todo casi con resignación o puedo pedir unos minutos para terminar con lo que estoy haciendo y quizá hasta con alegría. La alegría de recibir lo inesperado de ésta vida. Ésta vida que no me da tregua y es una guerra tras otra las que van llegando para que uno se haga a la lucha no más.
Ahora mismo que todo parece tan calmo, estoy en varios frentes a la vez. Calculando cada uno de mis movimientos en éste día que me pedía tantas jugadas tácticas y yo.. sin ganas.

lunes, mayo 01, 2006

Recorro visualmente el espacio que desde hace tiempo me contiene. Es este espacio en el que me refugio día a día, dentro de mi propia casa, y que a veces siento que invaden alguno de mis hijos. Acá tengo todo lo necesario para pasar muchas horas: la computadora, libros, música, un ventilador y una estufa antiquísima para el invierno. De tanto en tanto salgo a buscar algo. Puede ser alguna de las infusiones que acostumbro a ingerir, o cualquier otra cosa. Es como una recorrida para corroborar que todo está en orden. No perfecto, porque sería demasiado pedir.
También están los elementos de trabajo. Ese trabajo que algunas veces me da la posibilidad, por algunos segundos, de sentir que estoy haciendo algo creativo. Aunque lo de creativo lo dejo para él. Él que se sienta durante algunos minutos y me da un listado oral de cosas para ir haciendo.
“Si tenés ganas” Así comienzan sus frases cuando hay cosas para hacer. Porque sabe que es inútil darme algo para hacer si no tengo ganas. Pero de la misma forma sabe que cuando las tengo, paso muchísimas horas encerrada en mí misma trabajando sin pausa.
Ahora sin ir más lejos tendría que estar ocupando mi tiempo en entelar dos grandes futuros cuadros. Esos en los que aparece una fachada muy parecida a la de mi casa. Con puertas que la mayoría de las veces están cerradas. Muchas veces me paré frente a uno de esos cuadros preguntándome qué habrá detrás de esa puerta tan hermética. Quedo fascinada cada vez que deja una puerta medio abierta. Cruzo en mi imaginación el umbral, y voy agregando elementos aquí y allá. A partir de lo poco que me muestra esa hoja abierta recreo el resto del espacio. Hay veces que hasta invento las historias de quienes podrían vivir allí. Según lo poco que se ve, ya sé si se trata de un hogar o pensión familiar.
Para mí un cuadro es como un libro que te deja descansar los ojos.
Lo escucho abrir la puerta, y sé que es él. Trae el mejor de sus rostros. Pero me ve ahí.
- ¿café?
Es como decir: “Ya que no hiciste nada útil, al menos podrías tener hecho un café.” Y yo, sin poder explicar lo bueno que es sentarse frente a una hoja y escribir, busco mil excusas de las que ninguna sale de mis labios. Me mira con un reproche al que no puedo responder más que con enojo. Se me hace imposible explicar cuáles son mis tiempos. Pero son únicos. Algunas veces trabajo desde que me levanto hasta que me acuesto. Incansable. Otras, como dando lástima ando dando vueltas y vueltas alrededor de la casa durante todo el día.
Cada día trae consigo diferentes posturas frente a ésta vida que no quiero desperdiciar y que veo escabullirse rápidamente. Pánico me da ese torbellino de segundos y de minutos que se transforman en horas que no vuelven.
Entonces agarro un libro y me siento en éste espacio que siento tan mío, aunque pocas cosas hice para que así lo sienta. Y espero el momento en que el café esté listo y, aunque demasiado cargado para mi gusto, él vuelva con su mejor sonrisa para sentarse a mi lado a disfrutarlo.