Blanco y Negro

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Juntos... un huracán...

domingo, octubre 07, 2012

Multifunción Multifacética...

Desde que me conozco soy multifunción. Mucho más que una impresora, estas son trifuncionales. Yo voy y vengo en un mar de actividades. Muchas veces me preguntan qué hago, y yo, respondo sobre lo último que hice o sobre lo que puede interesarle a quien interpela. Me olvido de algunas de las cosas que hago y no por falta de interés sino porque en ese momento ando pensando en las otras y por eso mismo no registro las que hago en automático como puede ser cerrar la puerta de mi casa. Por ejemplo,  he tenido que volver varias veces para ver si había apagado la cocina, o hasta la puerta para ver si estaba cerrada. En el caso en que haya alguien, con una llamada lo soluciono. Varias veces porque revisar una u otra cosa se realiza en automático, mientras lo hacía estaba pensando en otras  que me eran más vitales en ese momento. Aclaro que no es algo que me pasó con los años. ¡No señor! ¡No señora! Siempre me sucedió lo mismo.
Hace poco tiempo hablaba con una de las hermanas de mis hermanos sobre las actividades que había emprendido en mi vida. Tantas, que ni nos acordábamos para ennumerarlas. Tantas, que me encantaron en el momento en que las realizaba al igual que tanto me encantan las que tengo ahora mismo, entre manos.
Algunas perduran en forma contínua, otras perduran latentes en mis idas y vueltas, otras tuve que desecharlas para abrirme camino con nuevas y tantas otras pasaron como una forma de preparación, de estudio, para las que vendrían.
Soy multifunción aunque algunos se rían como no creyendo lo que digo. Casi todas las mujeres funcionan encarando varias cosas a la vez. Es parte de nuestra idiosincracia, pero yo le tuve que sumar tres o cuatro actividades más. En casa cocino, limpio, lavo la ropa, preparo lo que se necesita y cuido a mis nietos, atiendo a mis hijos y a mi compañero de vida.  Solamente tuve dos empleadas, en toda mi vida adulta, que me solucionaban de verdad la vida doméstica y me permitían moverme con otra libertad, me ocupaba de lo emocional pero de ninguna otra tarea doméstica. Como no sirvo para decirle a alguien lo que hay que hacer y cómo, y además, no encontré quién lo haga sin tener que estar hablando y hablando, yo misma me ocupo de todo. Hoy, aparte de los malabares que realizo en cuanto a lo doméstico, también tengo tres o cuatro actividades que me llenan el alma, la vida, y alimentan mi bolsillo insaciable.

Esa soy yo, una cincuentenaria que todavía cree que no llegó a vivir la mitad de su vida y que trata de seguir aprendiendo, y haciendo cosas en las que poner toda la pasión.

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